![]() | de 3 a 6 | ![]() | 120-180 mins | ![]() | 14+ años |
Bajo la premisa temática de la archiconocida serie Battlestar Galactica, Fantasy Flight Games y el diseñador Corey Konieczka nos trajeron en 2004 esta joya semi-cooperativa de roles ocultos, en la que los tripulantes de la Galáctica tratan de alcanzar su objetivo sin saber quien trata de boicotear sus planes en favor de los Cylon.
¿De qué va?
Soy de los viejunos que disfrutó la serie original (1978), protagonizada por Dirk Benedict -el Fénix del Equipo A original-, y que se emocionó con el reboot de la serie en 2004. Reinicio que sirvió de inspiración para el juego clásico que hoy nos ocupa.
En la serie original, los Cylons – los malos – eran máquinas terribles que, tras rebelarse contra los humanos, buscaban la conquista de la galaxia. En la serie de 2004 esas antiguas cafeteras con ojos han pasado a ser androides capaces de replicar el cascarón externo de los humanos, lo que les facilita la posibilidad de infiltrarse entre sus filas y lograr pasar «casi» desapercibidos. ¿Ya lo veis venir? El juego de roles ocultos está servido.

El juego comienza en pleno éxodo de la Galáctica hacia la tierra prometida, toda vez que La Tierra ha sido tomada por los Cylons y ha llevado a la humanidad a las puertas de la extinción. Empezamos como parte de la tripulación en nuestro largo viaje hacia Kobold. Pero hay presencia Cylon en la Galactica, y descubrir a los infiltrados es básico para lograr el objetivo.
Por supuesto el juego cuenta con una amplia variedad de personajes entre los que se encuentran los más relevantes en la serie, y no hay una correlación entre los que en la serie se descubrieron como Cylons y los que lo serán en nuestras partidas. Cualquiera puede serlo. Incluso tú.
Mecánicas y juego
En un primer momento, Battlestar Galactica puede parecer un juego complejo. Y en cierto modo lo es. Pero también es un juego tremendamente elegante cuya jugabilidad – una vez puesta toda la maquinaria en marcha- se revela como sorprendentemente sencilla. Es quizá ese tipo de juego que tan solo necesita alguien que domine su estructura. El set-up y el control de lo que sucede turno a turno es lo único relativamente engorroso. Jugar, es pura fluidez.
Al comienzo de la partida escogeremos un personaje -que vendrá acompañado de un cargo- y un rol oculto. Sabremos de inicio si somos humanos o Cylons… Al menos durante la primera mitad de la partida, pues hacia la mitad de la misma volverán a repartirse cartas y quien se creyó humano, puede resultar ser Cylon para lo que resta.

La democracia a bordo: un mal necesario
Una vez sepamos nuestro bando -al menos por el momento- tendremos más o menos claro lo que queremos que suceda. El cómo, es la cuestión más interesante. Ya hemos mencionado que los personajes tendrán cargos, de manera que siempre tendrá que haber un Presidente (primer cargo político), un Almirante (primer cargo militar) y algún piloto.
Esos dos primeros cargos de relevancia tendrán unas capacidades que les situarán ante decisiones vitales para el resto de la tripulación. Cualquier paso en falso hará que los jugadores humanos puedan recelar. Aún así, la mayor parte de las decisiones que se tomarán durante el juego se realizarán en secreto. Algunas cartas de «evento» nos pondrán en la situación de decidir de forma grupal entre varias opciones, algunas claramente lesivas para los humanos.
Los jugadores jugarán cartas desde su mano con los colores de las opciones que quieran ver cumplidas, y se incluirán dos cartas más al azar para impedir que se puedan sacar conjeturas de forma fácil, sobre las cartas empleadas por cada cual. Así, el boicot está a la orden del día, pero los humanos deberán tomar decisiones basadas en algo más que estas votaciones.

Cuestión de prioridades
Las acciones que los jugadores podrán llevar a cabo tendrán que elegirse de entre las cartas de su mano (las mismas que usaremos -y sacrificaremos- para votar) y las diferentes salas de la propia Galáctica . Algunas de ellas servirán incluso para iniciar votaciones promovidas por los propios jugadores.
Una de las acciones más relevantes es la que lleva a la tripulación a votar para encerrar en la cárcel a uno de los personajes. Algo arriesgado sin duda, y que suele hacerse para quitarse del medio a un posible Cylon. O no. Porque es una herramienta estupenda para que un Cylon, convenciendo al resto de que es humano, pueda reducir la diferencia entre ambos bandos encarcelando a un humano.
Pero al final, lo que debemos conseguir es que la Galáctica llegue a Kobold. Para ello deberemos controlar el combustible, la comida, la población y su moral, contadores que si llegan a cero, harán que todo se vaya al traste. Pero eso no es todo, pues los cazas Cylon perseguirán a la fragata, y los míticos Vipers deberán afanarse en eliminarlos o acabarán por dañar áreas de nuestra nave (impidiendo ciertas acciones) o incluso destruirla por completo.

Cuestión de prioridades
A nadie se le escapará a estas alturas de la reseña que en Battlestar Galactica pasas buena parte del tiempo tratando de engañar o de descubrir quién te está engañando. Todo ello mientras buscas la forma de llevar a cabo tu objetivo: tanto si es el de llevar la nave a buen puerto, como si es el de destruirla.
Y los eventos, las acciones de nuestros «compañeros» y las votaciones, no harán si no complicarlo todo en un camino agónico hacia el final de la partida. Tramo final en el que en ocasiones las cartas quedarán al descubierto en una encarnizada batalla por la prevalencia, o la tensión y la psicosis por no saber el papel de cada cual alcanzará divertidísimas cotas.
Materiales y arte
Aunque el apartado artístico es de largo lo más flojo del título, hay que tener en cuenta el tiempo en el que fue editado. Eso, y la ambición de la propia edición, que no era otra que la de emular de forma directa a la serie, sin más florituras. La utilización de fotografías de las obras audiovisuales está hoy en desuso, incluso demonizada por los aficionados, pero 2004 era otro tiempo.
Aún así, todo en el diseño y las calidades (la inclusión de naves de los cazas de plástico es muy de agradecer) cumplen su función con holgura, y ayudan como deben a la inmersión de los jugadores en el tema que nos propone. Todo esto, por descontado, tendrá más vigencia para todas las personas que vieron (y disfrutaron) la serie. El resto tendrá que hacer un esfuerzo por sentirse identificado por personajes y contexto. No queda otra.

Cooperación
En Battlestar Galáctica todo el mundo quiere cooperar. La pregunta es: ¿con quién coopero? Cuando existe la seguridad de que hay un infiltrado, hasta la cooperación es un arma de doble filo. No es extraño que un personaje Cylon coopere de forma entusiasta para ocultar sus intenciones. Por ejemplo, sería extraño que un piloto dejara pasar naves enemigas. Las tiradas de dados son difíciles de controlar, por lo que un piloto Cylon puede acabar con varias naves de su propia raza sólo para no levantar sospechas, mientras boicotea votaciones -o deja pasar buenas ocasiones- para ayudar a la Galáctica.
De esta forma es más probable que la cooperación alcance sus máximos cuando los Cylons se hayan descubierto (que por otra parte es cuando son más poderosos) y ya nadie dude del papel de los demás jugadores. Pero hay que reconocer que la diversión se basa en las dudas: en intentar convencer; en ser engañado; en cooperar a destiempo y tratar de solucionarlo antes de que sea tarde.

Conclusiones
En un tiempo en que los juegos de mesa basados en películas o series tenían un papel más promocional que de búsqueda de la excelencia, el maestro Conieczka se sacó de la manga esta obra maestra que marcó una época y señaló el camino a un sub-género de juegos que acabó bebiendo de sus miles durante unos cuentos años.
No es perfecto, lo sabemos. Tiene un rango de jugadores incómodo- a 3 es mejor ni probarlo- que lo hace poco apto para ver mesa tan a menudo como nos gustaría. Una duración algo excesiva, un apartado artístico ramplón y una dependencia irrechazable al grupo de juego con quien se saque a mesa: si los jugadores no ponen de su parte, el juego tendrá problemas para despegar.

Con todo, Battlestar Galactica está, por derecho propio, en el Olimpo de los semi-cooperativos, de los juegos de roles ocultos, y de los juegos de mesa en general. Ninguno de los pocos defectos antes mencionados lo aleja un ápice de ese monte. Y es que, si no te opones, pocos juegos te darán una experiencia como la que Galáctica propone.
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PROS |
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CONTRAS |
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8,8
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[…] hora de tomar la decisión que de verdad queramos. Esta mecánica, adoptada por ejemplo en el juego Galáctica, no es común en los juegos totalmente […]