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La vida de nuestros ancestros cazadores-recolectores es una premisa más que suficiente para que el autor de Paleo haya compuesto este estupendo juego cooperativo con un puñado de ingeniosas mecánicas, un atractivo apartado artístico y una gran producción. Veamos el juego a fondo.

¿De qué va?

La vida en el paleolítico no era fácil. Tampoco estoy muy seguro de que ahora lo sea más. Lo que es seguro es que el tipo de desafíos al que los primeros seres humanos se enfrentaban eran muy diferentes a los actuales. En Paleo, cada jugador se pone al frente de su pequeño clan de Homo Sapiens y coopera con el resto de jugadores/clanes que haya en la partida, para lograr cumplir con unos requisitos (diferentes según el escenario) que nos acerquen a la victoria.

La muerte de los miembros de nuestra tribu estará muy presente durante las partidas. Si no somos capaces de controlarlas caeremos derrotados, por lo que preservar la vida de los miembros de nuestro clan y de los del resto, será parte vital de nuestra búsqueda. Cazar, recolectar, soñar, construir, inventar y hacer frentes a diferentes imprevistos serán nuestras principales ocupaciones en Paleo.

Mecánicas y juego

Aunque hay componentes variados, en Paleo todo se mueve por medio de las cartas. Algunos mazos son estáticos (barajados y dispuestos para robar cartas cuando se requiera) pero algunos se utilizarán para formar el mazo principal que será el que hará avanzar el juego por medio del ciclo día/noche (ver más abajo).

Nada más comenzar tendremos un par de cartas de «persona» que representarán a nuestra tribu (esta podrá crecer o menguar a lo largo de la partida), y que nos otorgarán unas habilidades determinadas: habrá personas más aptas para cazar, otras para construir y otras serán mejores en percepción o resistencia. Incluso algunas vendrán con objetos de inicio. Deberemos adaptarnos a lo que nos toque.

El ciclo del día/noche

El mazo de cartas principal se creará a partir de un mazo básico y la adición de algunos mazos de módulo que harán las partidas muy diferentes (hay diez módulos todos combinables para los siete escenarios propuestos por el juego base, o para que hagamos nuestras propias combinaciones). Una vez creado, se deberá repartir con las cartas ocultas entre todos los jugadores (tribus), de forma que cada uno tenga un mazo «de día» diferente.

Turno tras turno cada jugador roba tres cartas ocultas a la vez de su mazo y, gracias a que cada tipo de carta tiene una trasera diferente, podremos elegir a qué tipo de reto nos enfrentaremos a continuación. La variedad de situaciones y de formas de enfrentarnos a ellas es amplia, y necesitaremos no solo una buena variedad en cuanto al tipo de personas de nuestra tribu, si no también de objetos. Algunos retos exigen el lanzamiento de dados que nos aporten iconos de habilidad extra, lo que nos invita a tomar riesgos basados en un ligero toque de azar.

Cazar, recolectar… tener ideas y construir

Vale, sí, nuestra tribu necesita alimentos. Y aunque el juego nos oriente a cumplir misiones de lo más variopinta (facilitadas por cartas que formarán parte del mazo principal gracias a los módulos) también deberemos tener mucho cuidado en recolectar alimentos para mantenernos con vida. Para ello, y para recolectar otros recursos que formarán parte de nuestras necesidades, no nos bastará con nuestras «habilidades iniciales».

La construcción de los objetos básicos (hacha de mano, antorcha y lanza) nos serán de máxima utilidad, pero de vez en cuando (cuando nos salga la acción pertinente en las cartas) deberemos gastar un turno en «tener ideas». Esto es, en inventar nuevos objetos que pasarán a estar disponibles para construir, y por lo tanto mejorarán nuestras capacidades para el resto de acciones que queramos llevar a cabo.

Cumplir misiones y sobrevivir

Así, Paleo es un juego en el que debemos cumplir los objetivos que se nos marcan al comienzo, pero sin descuidar lo fundamental: sobrevivir. Y esto, a menudo, será únicamente posible si mejoramos nuestras capacidades aprendiendo y construyendo. Las cartas con el dorso rojo a menudo supondrán retos o problemas serios, que si no somos capaces de solventar dañarán a nuestras personas. Superarlas dependerá de nuestra preparación y de la cooperación.

Además, después de que cada día acabe (es decir, que agotemos todas las cartas del mazo principal) habrá que cumplir con los requisitos de alimentación de nuestra tribu. Cada alimento que nos falte por la noche, nos acercará a la derrota. Del mismo modo, las cartas de misión nos exigirán cumplir ciertos requisitos cada noche, por lo que cada día deberemos tenerlos muy en cuenta. Una correcta planificación a la hora de elegir nuestras acciones es fundamental.

La ayuda entre jugadores (lo veremos con más detalle en la sección Cooperación) será fundamental para llegar a la fase de noche sin sobresaltos. O con los mínimos.

Materiales y arte

Aunque Paleo es, básicamente, un juego de cartas, su edición tiene un grado de «sobreproducción» absolutamente delicioso. He entrecomillado sobreproducción porque quiero despojar el término de la connotación negativa que suele acompañarle, pues todo lo que hay en la caja de Paleo, necesario o no, es del todo relevante para disfrutar de la experiencia completa del juego.

El cementerio para las cartas que quedan fuera de la partida, el soporte para los objetos inventados, los tableros para las diferentes cartas y fichas… ¡Todo es precioso y útil! El arte es absolutamente magnífico y coherente, y la calidad de todos los componentes (fichas, dados, tableros, cartas…) es difícil de mejorar. Una de las mejores producciones que he disfrutado últimamente en un juego de mesa.

Cooperación

Gran parte de las cartas en Paleo ofrecen la posibilidad de «ayudar» a otro jugador (otra tribu) a completar alguna de sus pruebas. Así, si necesitamos comida con urgencia y una tribu amiga se enfrenta a un Mamut pero sin la capacidad de caza suficiente, podemos sacrificar nuestro turno para aportar nuestros iconos de lanza a su acción, y así sumar la cantidad suficiente para llevarlas a cabo.

El sacrificio y la cooperación serán constantes durante el juego. Es básico valorar cuanto día (cuantas cartas) le queda por delante al resto de jugadores para ponderar quién necesita más ayuda, y así lograr el mayor beneficio para el conjunto.

Es absolutamente fundamental escoger bien el momento preciso para enfrentarse a alguna de las cartas de peligro (dorso rojo) con la ayuda de los demás. O saber cuándo renunciar a lo que uno quiere en pos del bien común, para cumplir una parte de nuestros objetivos o para lograr el ansiado límite de alimentos que nos permita seguir con nuestra población intacta.

Conclusiones

Paleo es un juego cargado de cooperación y, sobre todo, decisiones interesantes. Desde la renuncia a una de nuestras cartas por ayudar a otra tribu, hasta la decisión de apostar por incluir un miembro más (lo que nos aporta más habilidades pero también una boca más que alimentar), pasando por la construcción de objetos en las que perderemos recursos para conseguir más en el futuro… todo son decisiones.

Su fabulosa edición no es más que el broche de oro para un cooperativo estupendo que puede tener todavía mucha vida por delante si lo alimentan con expansiones que no sólo añadan módulos, si no que añadan nuevas mecánicas y den más alcance (aún) a su jugabilidad.

PROS
  • Variedad de escenarios, y la posibilidad de crearlos
  • Una edición de DIEZ
  • En pocos juegos tiene tanta relevancia la cooperación
CONTRAS
  • Un modo solitario (de verdad) se hubiera agradecido
  • Podría haber más variedad de «personas»

8,3


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