![]() | de 1 a 4 | ![]() | 10 – 30 mins | ![]() | 10+ años |
¿Y si dividiéramos una simple baraja de póker en dos bandos? En Regicide las figuras serán terribles enemigos que amenazan la estabilidad del reino. El resto de cartas, las tropas -de fuerza variable- que tratarán de parar los pies a sus poderosos rivales. Una simple premisa para un juego que te hará sudar.
¿De qué va?
Hay juegos de mesa que no parten de la búsqueda de plasmar en componentes un gran tema o una complejísima idea en cuanto a mecánicas, sino que parecen ser fruto del fugaz alumbramiento de un pequeño concepto, o del reto de conseguir hacer un juego divertido con componentes de lo más comunes. Tal parece ser el caso de Regicide.
La premisa temática, como explicábamos en la entradilla, no puede ser más simple: unas tropas numerosas pero más débiles, deben tratar de acabar con las cuatro jotas, las cuatro Q (reinas) y las cuatro K (reyes) en un asalto frontal al poder. Si acabamos juntos con el último de los reyes habremos completado el regicidio y conseguido la victoria.

Mecánicas y juego
El mazo de enemigos se prepara de tal forma que nos enfrentaremos primero a las cuatro jotas, luego a las cuatro reinas y por último a los cuatro reyes. El mazo de «posada» es simplemente el resto de cartas de la baraja, con alguna pequeña variación (número de comodines) dependiendo el número de jugadores que participen en la contienda.
A partir de ahí, cada jugador robará una mano de cartas -también variable, dependiendo del número de jugadores-, y comenzarán a jugarlas – una por jugador – sumando entre todos el valor de cada carta con el propósito de infligir al enemigo vigente el daño necesario para derrotarlo (20 puntos de vida las jotas, 30 las reinas y 40 los reyes).
Más fácil decirlo, que hacerlo
Aunque es cierto que cada palo de la baraja aporta a nuestras huestes un poder diferente sin los que no pasaríamos del primer combate, y que le da su dimensión a la jugabilidad de Regicide, hay que tener muy presente que cada ataque contra una figura provocará su consabido contraataque. Y cada vez serán más poderosos (10 puntos de daño las jotas, 15 las reinas y 20 los reyes).

El daño recibido deberá pagarse con cartas de la mano cuyo valor sume tanto valor como el daño recibido… o más. Si en algún momento un sólo jugador no puede cubrir dicho costo, todos los jugadores habrán perdido la partida. Huelga decir la importancia que tiene mantener la mano bien surtida de cartas.
Picas, tréboles, diamantes y corazones
Para evitar caer derrotados, el uso de las cartas según su palo en los momentos críticos es fundamental. Las picas nos ayudarán a evitar parte el daño recibido; los tréboles duplicarán el daño que provoquemos con la carta en cuestión; los diamantes nos permitirán robar cartas del mazo de posada, y los corazones nos ayudarán a mantener la posada llena de guerreros -llevando cartas del descarte, al mazo-.

Dos o tres mecánicas más nos darán la posibilidad de jugar más de una carta en nuestro turno, o utilizar un comodín como potente mecánica de evasión, maximizando nuestras posibilidades de lograr llegar hasta los reyes. Algo que, en tus primeras partidas lo aprenderás, es harto difícil. A su vez, las figuras enemigas ignorarán los poderes de las cartas que utilicemos y que coincidan con el palo de su propia carta.
Todo ello completa un buen puñado de opciones estratégicas que pueden llegar a resultar abrumadoras en las primeras partidas. Sobre todo si al ver el juego lo prejuzgaste pensando que sería «un filler más». Nada que ver.
Materiales y arte
Si bien es cierto que el juego podría jugarse con una simple baraja de póker (ni fichas requiere) de las que todos tenemos por nuestras casas, hay que reconocer que el arte que acompaña a Regicide es suficiente como para justificar los pocos euros que cuesta. Ilustraciones sencillas pero evocadores, con las que disfrutaremos diferenciando las 4 facciones que se asignan a cada palo.

La calidad de las cartas es la esperada en un producto de Devir, pero sí podría haberse esperado algo más de previsión en cuanto al espacio que ofrece la caja. Y es que, no sólo no cabrán una vez enfundadas (a no ser que asumas que la caja quede medio abierta), sino que tampoco caben del todo bien las cartas sin enfundar.
Cooperación
Con la comunicación limitada por reglas, en Regicide no se pueden hacer grandes planes o estrategias. Todos los jugadores, eso sí, deberán estar muy atentos a la situación del resto – número de cartas en mano- y a la de la posada, pues nuestra decisión a la hora de jugar la siguiente mano podría salvar la vida de uno de nuestros aliados (y por lo tanto la nuestra) o provocar su muerte de forma irremediable (y por tanto el fin de la partida).
La cooperación es clave, pero parte de esa comprensión de la situación y de entender que la única forma de tener una posibilidad al final de la partida, es que todos lleguen a la lucha contra los reyes con las manos bien surtidas de cartas y la posada lo más «sana» posible.

Conclusiones
Comprendo en cierto modo la controversia que acompaña a Regicide por el hecho de ser una idea fundamentada sobre una base pre-existente. He llegado a leer a gente ofendida por el hecho de que te cobren unos pocos euros por una baraja de póker. Es cierto que el juego que nos ocupa, en cuanto a materiales, es poco más que una baraja de póker con unas ilustraciones chulísimas (valoración subjetiva, claro está). Pero no es menos cierto que el juego cuesta más o menos lo mismo que una baraja de póker. Y encima te «regala» un giro de tuerca temático que te dará horas de entretenimiento. Caso resuelto ¿no?
Habrá quien decida aprender a jugar a Regicide gracias a vídeos o textos de internet, y empleará su vieja baraja de póker para aventurarse en la fantástica experiencia que Devir nos propone en esta pequeña cajita. A quien lo haga de esta – legítima- forma, le pediría que no se dejara llevar por el lado oscuro, y valorara, tras disfrutar de las reglas que trabajaron sus autores, acceder al juego original por los menos de 10 euros que cuesta.
Es oportuno también, avisar a los desprevenidos jugadores casuales, que no se trata de un juego para todo el mundo. Ni tremendamente sencillo. El juego, aunque con pocos componentes, tiene bastante más chicha a la hora de ser explicado de lo que pudiera parecer, y puede hacérsele bola a más de un neófito. Avisados estáis.
Al resto de jugadores, los que lo han comprado y los que lo vayan a hacer, solo me resta pedirles que nos informen si consiguieron vencer a ese último rey esquivo que a nosotros se nos resiste como gato panza arriba. Y que disfruten mucho del proceso.
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PROS |
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CONTRAS |
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8,2

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