¡Por fin hemos podido poner el juego en mesa como se merece! Y eso no es decir poco en un caso como el del Skull Tales que engloba prácticamente tres juegos diferentes en su discreta -pero bien nutrida- caja. Así que con la experiencia que nos han ofrecido estas primeras horas de juego, os dejamos este artículo de primeras impresiones.

Un dungeon crawler con miga
Si hubiéramos tenido que definir el género del juego con un solo estilo, antes de haberlo jugado, quizá este sería «dungeon crawler». Ahora sabemos que nos hubiéramos dejado buena parte de lo que ofrece Skull Tales fuera de esa definición, pero sí es cierto que es la parte de juego a la que más «atención» se le presta.
No en balde, en su fase de aventura, ofrece una experiencia de exploración y combate a la altura de los juegos de mazmorreo más valorados del panorama lúdico, dejando en muchas ocasiones a sus competidores atrás en lo que se refiere a la búsqueda del realismo o del detalle en cuestión de reglas y posibilidades.
Aunque tiene pinta de que la primera aventura jugada no pasa de ser un completo tutorial con una misión que se verá superada por las que están por venir, he de reconocer que la he disfrutado muchísimo y he visto las posibilidades que tiene el sistema en cuanto a la profundidad estratégica que ofrece, las diferentes formas de orientar los combates y la variedad de situaciones, eventos y giros de guion que dan una clara idea de lo variado que puede resultar re-jugar la campaña en un momento dado.

Llegamos a Isla Tortuga ¡Echad anclas!
Entre aventuras visitaremos Isla Tortuga en la fase de puerto. Una ciudad portuaria bien surtida con diferentes localizaciones en las que podremos llevar a cabo multitud de acciones. Contaremos, eso sí, con un tiempo limitado (que se controla a través de un track), y deberemos aprovecharlo al máximo para lograr completar todas las tareas que sean prioritarias para nuestra tripulación y barco: comprar mercancías/objetos, contratar aliados (NPCs), mejorar el barco, pedir un préstamo, escuchar rumores en la taberna…
Y si bien todas esas acciones tienen un costo determinado en el track del tiempo, por lo que es fácil saber cuánto tiempo necesitamos para cada tarea, al visitar cada ubicación deberemos levantar una carta de evento relacionada con ese lugar y lo que allí nos suceda puede restarnos tiempo de forma drástica. Cuando no cosas peores. En definitiva, una divertida pero liviana fase (la más ligera de las tres) que indefectiblemente acaba con todos los piratas de vuelta en el navío. Y no siempre habiendo completado las tareas previstas.

¡Levad anclas grumetillos! Comienza una nueva travesía
La fase de travesía es con mucho la parte que más dudas me ha generado del juego. Compleja y profunda por su nivel de detalle, se nos plantea como un simulador naval en el que deberemos mover nuestro barco entre las islas de un gran tablero con un objetivo claro. Para ello, y en un tablero aparte, decidiremos las acciones a desempeñar por nuestros personajes y el resto de tripulantes con una mecánica de colocación de trabajadores.
La cantidad de opciones en cuanto a acciones a efectuar que tendremos en la travesía serán elevadas. Y tampoco serán pocas las situaciones (que de nuevo se plantearán por medio de cartas de evento) nos hagan abandonar nuestro objetivo principal por defendernos de dichos peligros. Peligros que suelen acabar en situaciones de abordaje, o combates navales, que suponen a su vez una suerte de minijuegos que nos harán «pausar» la propia fase de travesía.
Depende como sucedan las cosas, esta fase puede convertirse en algo demasiado largo y tedioso. Algo que, dada su complejidad parece a priori improbable, pero que en la práctica te lleva a situaciones no tan divertidas como cabría esperar.

Ni que decir tiene que estas apresuradas valoraciones están echas tras jugar las primeras partidas y por tanto requieren de más experiencia en el juego y un poco de reflexión y maduración para confirmarlas o desmentirlas.
¡Lo que sí puedo asegurar es que estamos deseando volver a meternos en la piel de nuestros feroces corsarios!
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